- ¿Cuál fue tu primer contacto con el mar? ¿Y cómo empezaste con los deportes acuáticos?
¿Cómo empezó todo? Bueno, ¿de dónde empiezo? Mis padres, los dos, hacían windsurf, de hecho mi madre le enseñó a mi padre, y sus viajes siempre giraban alrededor de la búsqueda del viento. Luego cuando nacimos mi hermano y yo, lógicamente nos llevaron también. Por ejemplo, me ha contado mi madre que no tenía ni dos años cuando empecé a nadar sola. Estábamos en Sardegna y ellos le estaban enseñando a nadar a mi hermano, que es más grande que yo. Al parecer tenía tantas ganas de hacer lo mismo que ellos, pero claro, estaban más pendientes de mi hermano, que aprendrí a nadar sin que alguien me lo hubiera enseñado. Mi madre ni se lo creía cuando dije "Mami, ¡estoy nadando también!". Además en las vacaciones o mi padre nos llevaba entre sus piernas encima de la tabla de windsurf o nos quedamos todos en el mar jugando con el bodyboard. También aquí en el Oliva Beach. Venimos siempre y nos quedamos en el agua con el bodyboard jugando todos juntos. Si, prácticamente el agua desde hace siempre me encanta. También de pequeña empecé natación sincronizada, diez años lo hice. Y bueno luego después del bodyboard empezamos con el surf. Pero siempre con mis padres, estuvimos horas y horas en el agua y nos divertimos. Realmente si no estaba en el agua, no me divertía.
- Entonces, en tu caso, tus padres te acercaron al mundo de los deportes acuáticos desde chiquita, ¿pero en algún momento sentías que realmente no tenías ganas? Digo, como a veces mandan a los niños a clases de algo, ballet por ejemplo, pero realmente solo siguen más por los padres, que por voluntad propia.
Pues cuando yo tenía 13 o 14 años, mis padres empezaron con el kite, que era un nuevo deporte y como en mi ciudad no había mucho viento, con el kite disfrutaban más. Entonces mi padre empezó a enseñarme este deporte también, y si, era muy difícil para mi. Madre mía. Muy difícil. Porque en aquella época el kite era muy complicado, tenía dos líneas y bueno, por cosas técnicas, y encima había poco viento. Entonces durante dos años estuve aprendiéndolo, pero parecía más una pelea constante. Después, cuando mi hermano también empezó con el kite, la pasamos bien. Realmente me enganché y empezamos a viajar todos juntos para hacer kite. O sea si, había un período en el que no quería aprender este deporte, pero se me pasó rápido. Además, luego más tarde, un amigo nuestro empezó a participar en el campeonato del mundo por lo que viajaba un montón y como éramos siempre dos familias que pasaban las vacaciones juntos, estábamos todos muy enganchados con ese mundo. Así empecé a viajar también para mirar competiciones. Incluso hice una mini competición yo también, aunque éramos muy pocas mujeres al principio. Pero bueno, fue muy divertido. Después del kite, hace seis años empecé de verdad con el surf. Y eso sí, lo hice porque lo quería yo. Fue en un período en el que me cansé con el kite y solo quería surfear. Empecé a viajar a Portugal para surfear, a Francia, y siempre con amigos. Era una movida diferente. Era como tomarse el week-end, y decir "A ver chicos, ¿qué hacemos?". Viajamos y fuimos a Toscana por ejemplo dos días para surfear, hacer barbacoas y era todo muy guay. Básicamente siempre viajé por el viento o las olas, ¡la primera vez que hice un viaje para visitar una ciudad fue a los 23 años!
Ah y luego si, mis padres se pasaron a un nuevo deporte que era el wing y hace 3 años empecé yo también con el wing.
- ¿O sea tus padres son pioneros en todo?
Si, ¡ya hace seis años que mis padres empezaron con el wing! Y nada, me enseñaron también a mí este deporte y ahora estoy flipando. Entonces, cuando tengo ganas y no hay viento hago surf, cuando hay olas grandes, hago bodyboard, porque tengo miedo con el surf, cuando hay viento hago wing y cuando hay viento y mucha ola hago kite. Soy una niña para siempre, que juega con el mar.
- También haces mucho deporte fuera del agua, ¿te hace sentir igual?
Si, jugaba al voley. Cuando me enganché con el voley casi abandoné el mar. No del todo porque siempre está en mi vida, pero cambié un poco las prioridades, porque antes también saltaba freestyle con el kite y así facilmente te haces daño. Pero lógico, no podía estar lesionada, porque tenía que jugar. Entonces si, siempre he tenido esa bipolaridad y además tampoco tenía amigas que hacían deportes acuáticos.
- ¿En la escuela, no tenías compañeras o compañeros de clase que hacían windsurf, kite o surf ?
No, me sentí diferente, la verdad. Tenía muchos amigos que estaban en ese mundo, pero las mujeres hace 20 años no hacían kite, hacían otras cosas. Donde vivía yo había un buen grupo, bueno, dos chicas, que hacían kite, pero no eran de mi pueblo. Entonces no tenía un grupo de amigas con las que compartir el kite por ejemplo. Amigos si, de hecho empecé enseñando a todos mis amigos a hacer kite porque quería que lo disfrutáramos juntos.
Y nada luego me iba con mis amigas de vacaciones, sin hacer kite, y al final siempre me quedaba porque preguntaba si podía hacer kite, encontraba gente y me quedaba para el verano. Iba de vacaciones con mis amigas, ellas volvieron a casa y yo me quedé para hacer kite. Pero ahora hay más personas que practican deportes acuáticos, es más normal.
- Claro, de hecho actualmente los deportes acuáticos están muy de moda, se podría decir, y en tu trabajo te encuentras cada día con personas que quieren aprenderlos, ¿lo notas, si tus alumnos se apuntan a la clase por la moda, o porque realmente quieren aprender?
Yo siempre se lo pregunto. ¿Quieres hacer una experiencia o quieres aprender de verdad? Porque cambio el programa totalmente. Es que si quieres aprender, tienes que practicar mucho las bases para tenerlas muy claras. Si quieres hacer una experiencia puedo adaptar la clase y también podemos saltarnos alguna cosa técnica. Pero si quieres aprender de verdad y quieres llegar a ser independiente al final de la cintura, yo tengo que enseñartelo todo.
- Pero la gente, cuando preguntas, ¿contesta de forma sincera?
Si, y si no es sincera, lo noto. Pero ahora que enseño por mi cuenta, de las personas que vienen por la moda hay menos. Antes cuando iba en el barco habían más clientes que decían de verdad cosas como: "Bueno no sé qué es lo que estamos haciendo, no sé qué es lo del kite, solo quiero probarlo. Estoy en Fuerteventura entonces hay que probar el kite.” Para mi era una locura, porque es tiempo, es dinero, es energía. Era como tener niños ahí que quieren probar un juego nuevo y pierden el interés nada más empezar. Si vas a la montaña, con el snowboard por ejemplo, pasa lo mismo, no todos quieren aprender de verdad.
- Hablando de tu trabajo, ¿el hecho de convertir tu pasión en tu trabajo, ¿te ha cambiado la forma de vivirla?
Pues, por primera vez intenté a trabajar como instructora de kite a los 17 o 18 años. Pero al principio hacía sólo 4 años que había empezado con este deporte, y era el único que practicaba en su momento, entonces realmente no quería enseñarlo. Lo intenté pero entendí que no quería enseñarlo, porque si das clases de kite, no vas más a hacer kite tú. Porque si hay viento, tienes que dar clase. Y cuando termina la temporada y no tienes que trabajar más, el verano ya se ha acabado y tampoco hay más viento. Solo cambié de idea cuando empecé a cansarme del kite y aprender el wing. Ahí si, dije bueno, ahora de verdad estoy lista para dar clases de kite. Siempre lo había enseñado, también antes, pero hacerlo profesionalmente, es otra cosa. Al final terminé con un balance y eso es lo que me gusta. ¡Y de algo tengo que trabajar! Con el kite, al final, no soy tan mala, entonces ¿por qué no disfrutar y trabajar de algo que conozco? Así que en su momento dije, bueno lo voy a intentar, y si funciona, bien y si no funciona, vuelvo al trabajo de antes. No pasa nada.
Y también me haces recordar eso, al principio a los 18 años, cuando tenías que elegir que quieres hacer, trabajé para una escuela de kite. Pero me sentía como que si trabajo como monitora de kite, no es algo bueno. Me parecía que estaba visto como “la chica que no quiere hacer nada, surfera, solo quiere estar en la playa." Me daba la sensación que estaba visto como algo que no tenía valor, como profesión. Yo sentí eso, puede ser que no era así, pero era lo que sentí yo. Es que si hacías surf, eras como freaky. Pero ahora la sociedad ha cambiado y ve de otra manera el mundo del surf y de todos estos deportes. Me da un poco más de confianza para hacer este trabajo.
- Y para hacerlo como hobby, ¿ te daba la misma impresión?
No, para nada. Lo que decía la gente no me importaba. Cuando era pequeña no sabía qué hacer en la playa si no jugaba en el mar. Bueno también hago mucho deporte en la playa, beach tennis, lo que sea, pero es siempre una espera de que pase algo en el mar.
- Dijiste que además cuando ibas a la escuela no había mucha gente, y aún menos chicas, que hacían deportes acuáticos, ¿cómo le explicarías a tus amigos de la infancia que es lo que tu sientes por el océano?
Imposible. Ni lo intenté tampoco en su momento. Me parece que fuimos la única familia en San Marino que hacía deportes de agua. ¿Cómo iban a entenderlo? Ahora que está de moda sí, pero en su momento no podían. Es que a mi no me importa qué es lo que hago en el agua, mientras puedo jugar en el mar. Cuando me rompí el codo y no podía hacer gran cosa iba con el bodyboard al agua, con amigos que estaban surfeando. Para mí el agua tiene algo sanador, algo que me ayuda. Igual, desde hace que vivo aquí, tal vez me hago un poco la princesa. Digo "No, hoy no hay buenas condiciones, no entro." Eso me molesta mucho de mi misma. Entonces a veces recuerdo los tiempos de antes y entro igual a disfrutar y pasarla bien.
- Por qué tu, ¿de donde eres?
De San Marino, Riccione, y ahí las condiciones son feas siempre. Me iba antes del trabajo a las 5 de la mañana, pero en el trabajo no tenían que saberlo porque no les gustaba. Entonces iba escondiendo todo, madre mía. Ahora es al revés, trabajo todo el día en el agua, es mucho realmente. Pero tengo unas ganas de hacer surf en estos días, o a veces tengo unas ganas de hacer wing y desconectar. Para mi es un mantra porque me concentro tanto en lo que estoy haciendo, que alrededor de mi desaparece todo. Tiene ese efecto. Creo que tiene que ver con mi infancia, siempre le doy la culpa a mis padres. Crecí así, en el mar, ¿como pensaban que podía vivir en San Marino? Es que mis recuerdos más mágicos son siempre de la playa y a medida que voy creciendo, voy recordando esos momentos y eso es lo que me hace feliz. Para mí es eso, me siento bien en el agua. En cambio en tierra, en una ciudad me siento perdida. Puede ser demasiado input también. Es como lo de viajar a la ciudad que te conté, me gustaba un montón, pero si, me faltaba siempre algo. Si eso, hago una semana de vacaciones en tierra y una semana en el mar.
- Pero también haces beach volley, ahí no estás en el mar, ¿también te hace sentir así?
Si, porque después de un rato tengo que tirarme al agua. Y también en el mundo del voley estás con amigos, hay otras condiciones. El surf es más solitario por ejemplo, luego el kite si, es más un deporte comunitario. No sé, también tiene que ver lo que hay alrededor de los deportes. El kite por ejemplo, puedo hacerlo sola, pero nunca voy sola. Gira más alrededor de la comunidad, hay un ambiente lindo. Toda la gente se ayuda. Lo que me pasaba en Italia por ejemplo, cuando te ibas con el grupo de surf se hablaba sólo de surf, con el grupo de kite sólo de kite, un poco hasta me aburría, pero también es normal.
- ¿Y te podrías imaginar de vivir lejos del mar o de trabajar en otra cosa, sin estar cerca del mar?
No, no puedo. Me he criado en San Marino y luego la única vez que volví para un año, fue cuando me rompí el codo y no pude hacer nada. Ahí entendí que no era mi sitio. O sea, si no podría elegir donde vivir, ok está bien. Pero si me dejas elegir, no, no gracias. Tampoco vivir al lado de un lago sería lo mismo que vivir al lado del mar. Creo que al final es gracias a mis padres, porque ellos están en un club, en Riccione, donde hacen todo de vela, windsurf, kite. Y cuando éramos pequeños había muchas familias ahí, o sea muchos niños también, y en verano crecimos todos juntos. Parece más como una consecuencia de la forma de vivir de mi familia, la razón por la que me aficioné al mar y a los deportes acuáticos.
- Bueno, pero independientemente de eso no todos los hijos siguen los caminos que sus padres les proponen. Como dijiste que te pasaba con el kite inicialmente. En tu caso, no es así, porque sigues en el agua.
Si, es verdad. Mi hermano de hecho dejó el kite. Bueno no es que lo dejó, pero eligió viajar más a otros sitios, a la montaña, a la ciudad. Yo estoy prácticamente siempre en el mar, también de vacaciones. Siempre hago kite o surf. Su novia a veces me dice si no me canso y por qué no hago otra cosa de vacaciones. Pero voy al mar y hago surf porque son mis vacaciones y ya cuando trabajo no puedo ir mucho al agua sólo para disfrutar, entonces es lo que quiero hacer en mis vacaciones. Me siento un poco aburrida pero al final es lo que me gusta a mi y también he visto muchos sitios gracias a eso.
De hecho con mi hermano, recuerdo una situación muy linda. Una vez que fui a Italia y había viento, él me dijo de ir al agua y yo no tenía ganas. Pero me insistió, dijo “¡Vamos al agua, HAY viento!” Y fuimos yo, él y mi padre porque mi madre tenía otras cosas que hacer. Estuvimos en el agua juntos divirtiéndonos y fue super lindo. Pero si, él vive este deporte de una manera diferente. Como cuando vas a jugar al paddle una vez a la semana con los amigos. Yo, si no voy al agua me siento mal. Siento algo diferente dentro de mí. Puede ser que no sea algo bueno, quizá necesito un psicólogo. Por ejemplo, cuando me rompí el codo, me quedé un año en Italia trabajando un montón para recuperarme, porque no mejoró. Al final mi osteópata dijo: "Cami vete a surfear. Basta fisioterapia, ya está. Vete a surfear." Entonces me fui y me recuperé rápido. Impresionante cómo nos afecta la mente...
- ¿Entonces dices que existe, el concepto de una atracción especial hacía mar? O si quieres llamarlo incluso una especie de adicción.
Si, puede ser como una adicción de ser feliz. ¿Dónde me siento bien? ¡En el mar! Entonces, ¿por qué no sentirme bien siempre? Suena lógico, ¿no? Nunca lo había pensado. Pero si, por ejemplo cuando ves a una persona grande hacer el primer borde de kite, ves una sonrisa que te juro es muy especial. Para mí, es eso lo que atrae a la gente. Que se vuelven niños en el agua y que parece que somos todos iguales. Yo cuando estoy en el agua, ¡estoy feliz! Lo disfruto, incluso sin nada, como haciendo body surf. También eso lo he hecho mucho, madre mía cómo me gustaba el body surf. Es super lindo y divertidísimo. Jugaba así, con las olas. Si, el mar lo disfruto sea como sea, con aletas, con tabla, con vela. Bueno también he hecho 10 años de natación sincronizada por lo que me siento bien en el agua. No me siento en peligro. Tal vez es un problema no sentir el peligro. Me siento más en peligro en la tierra, haciendo skate por ejemplo. Tengo un miedo del suelo, porque es duro, te rompes todo y te haces daño.
- Cuando dices que estás feliz en el agua, te refieres al mar, porque dijiste, que ni un lago te vale. ¿Dónde está la diferencia para ti?
No sé, es el imprevisto del océano. Es que cada día es diferente, nunca es igual, tienes que adaptarte y fluir con lo que sea que viene. El lago, no sé, no es lo mismo. Es como que en el océano tengo que adaptar mi cerebro a lo que estoy viviendo. A veces parece que me rayo, porque no sé por qué no puedo fluir con lo que me trae el mar, pero a la vez aprendo. Por eso me gusta, siempre aprendo algo. Es lindo. Para mí aprender es algo mágico que me nutre. Como la gente que aprende, la experiencia de las otras personas, me nutre. Cada uno es diferente, tiene sus tiempos. De eso aprendo también, de la gente que tiene miedo por ejemplo. Pero el surf por ejemplo, nunca podría enseñarlo.
- ¿El surf es la única cosa que no enseñas?
Si, porque lo quiero disfrutar yo. Porque el surf me encanta y no quiero que me lo ruina nada. Para mi el kite es como un jueguito, lo hago desde muy pequeña. El surf lo quería aprender yo, el kite, bueno al final también, pero no es que he preguntado a mi padre “¿Puedo probar eso?”. En cambio para el surf me fui yo de vacaciones a Portugal dos semanas solo para aprenderlo. Seguramente porque soy adicta a la ola. Como cuando un día en Cotillo había olas muy grandes y me puse con el bodyboard, que con eso tengo menos miedo. Si con todo me meto en la ola. Me siento una niña. Hasta ahora he preservado el surf como hobby y no quiero arruinarlo. No quiero arruinarlo de competición, no quiero arruinarlo por tener que hacerlo todos los días por obligación. El kite, si quisiera, podría probarlo con un sponsor. Pero no quiero volverme competitiva, quiero disfrutarlo. Porque se arruina, si no lo sabes bien diferenciar. Estoy intentando buscar la manera para evitarlo trabajando como monitora. Entonces cuando vienen mi padres, me tomo mis vacaciones y me voy siempre al agua con ellos. Así recuerdo porque me gusta tanto. Si no, a veces se me pasan las ganas de volver al agua. Pero si, espero seguir surfeando hasta los 80 años, porque no hay edad para disfrutar de la naturaleza así.
¡Muchas gracias Cami!
Fotos
Portada, Foto 2, 4 by Giulia Parise
Foto 1 by I Sea You Photography
Foto 3, 5, 6 by Familia de Cami