Imagínate que existiera una forma de ser parte, de aliarse con la naturaleza para entrar en un mundo donde te dejas orientar por ella y su magia; un mundo, que parece ser otro -y a la vez es este mismo- donde se siente muy intensamente... ¡De todo!
Felicidad, adrenalina, miedo, alegría, frustración, plenitud, simplicidad,
y un sinfín de otras impresiones que justamente en palabras no se dejan expresar.
Lo especial de esta forma de dejarse llevar por los elementos es eso:
Te estimula a expresar tanto, pero a la vez parece imposible describirlo.
¿Explicárselo a alguien? Difícil.
Tiene que saber observarte mientras estás en esa fusión natural con el mar, el océano, las olas. Cuando te expresas sin palabras, jugando, luchando, bailando, creciendo, divirtiéndote, dejando que el cuerpo reaccione a lo que la naturaleza te propone. A veces sin pensar, a veces todo lo contrario.
Formas existen infinitas, y la magia empieza cuando eliges un momento, una ola, una tabla; cuando entras al agua y de repente, sin darte cuenta, empiezas a revelar todo.
Sin filtro, te dejas despertar por la naturaleza, entras en sintonía y tu manera de moverte, de remar, de observar y tu manera de reaccionar ante la primera invitación del océano a jugar... refleja tu ser a través de un espejo natural:
el surf.